top of page

Fotografía: Alicia Arévalo

Nombre: Jordina

​

Apellidos: Belmonte Soler

​

Professión: Licenciada en biología y doctora en ciencias biológicas por la Universidad Autónoma de Barcelona.

Ejerce como profesora titular de biología animal, vegetal y ecología en la misma universidad.

Ha sido directora en el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales, durante 6 años.​

​

Relación con el tema: Es bióloga e imparte clases de ecología; conoce el medio ambiente y cómo se producen y tratan los alimentos, tanto ecológicos como convencionales.

Jordina Belmonte, en la Facultad de Ciencias y biociencias

Jordina Belmonte, licenciada en biología y doctora en ciencias biológicas por la Universidad Autónoma de Barcelona, ejerce como profesora titular de biología animal, vegetal y ecología en la misma universidad. No solo eso sino que también ha sido directora en el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales, desde el 2012 hasta hace apenas 2 meses.

 

Como ex directora del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales (ICTA), explíquenos un poco en qué consiste.

 

Lo que pretende el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental es trabajar en todos los ámbitos relacionados con el medio ambiente y siempre de una manera ambientalmente sostenible, respetuosa…

Hay varios ámbitos de investigación en el campo de las ciencias naturales: oceanografía, calidad del aire, economía ecológica, con la que se buscan sistemas económicos justos que consuman la menor cantidad de CO2 posible, antropología, tecnología ambiental, etc.

​

¿Cómo valora su experiencia como directora?

 

Muy interesante. Es un ámbito difícil, muy transversal y en el que hay una gran cantidad de investigadores. La manera de trabajar choca con el método de trabajo universitario, más enfocado a la docencia. El ICTA está enfocado a la investigación y, por tanto, hay muchos investigadores que se dedican casi exclusivamente a conseguir proyectos o sacarlos adelante. Esto, como profesora y miembro de un departamento universitario, supone un reto, pues el cargo de directora te fuerza a tratar con personas de gran capacidad intelectual y científica, desarrollar proyectos en equipo y, por supuesto, pone a prueba tu capacidad de decisión y de mejora, de superación. Para mí ha sido complicado y exigente pero muy interesante.

 

¿Cree que faltan investigadores que se preocupen por un mundo más sostenibles?

 

Sí, pero lo que a mí me preocupa realmente es que la gente corriente no se moleste por ser más respetuosa con el medio ambiente. Hoy en día, compramos una gran cantidad de productos que no necesitamos y que acabamos tirando.

Yo me planteo por qué hay miles de hectáreas cultivadas cuyos productos únicamente llegan a unas zonas del planeta y no a otras.

Sin duda necesitamos más investigadores y más fondos, sí, pero sobre todo hay que concienciar a la población para que ésta adopte comportamientos que no perjudiquen al medio, que no generen tanto CO2, que no gaste innecesariamente y que sea respetuosa con el uso del agua y los recursos.

 

El hecho de producir de la manera más ecológica posible también ayudará al mundo y que se produzca y consuma de una manera ordenada y necesaria y que se piense en todos los que no pueden acceder a estos productos pero que también los necesitan. Que además de ecológico sea solidario.

 

Habla usted de la sobreproducción y de la mala distribución de los recursos. ¿Cree que en la economía actual es difícil para un agricultor ecológico el prosperar?

 

Sí, pero debe esforzarse en conseguirlo. Tiene que prosperar. No obstante, como consumidores también debemos preguntarnos qué grado de ecológico tiene el producto que estamos comprando. Por ejemplo, ¿es realmente ecológico un producto que ha sido cultivado rodeado por otros que no lo son? Deberíamos preguntarnos si los pesticidas o abonos que se están usando en los campos de alrededor no afectan a los cultivos ecológicos. En definitiva, cerciorarnos del grado de pureza de lo que se nos vende como ecológico.

 

Aún falta mucha investigación en este ámbito para dar con técnicas de cultivo efectivas y sostenibles para, por ejemplo, controlar las plagas, un aspecto que, en mi opinión, no acaba de estar bien resuelto.

Así que hay mucho camino por recorrer. Se deben invertir muchos esfuerzos en esto. Pero los consumidores deben exigir este tipo de productos, es decir, siempre que podamos permitírnoslo, deberíamos primar la calidad del producto por encima del precio. Al fin y al cabo, salimos perdiendo si se producen grandes cantidades de cultivos que no tienen ninguna calidad y el sabor no es el mismo Y no solo nosotros como consumidores sino los agricultores, pues sus productos se venden a precios tan económicos que los beneficios son mínimos e insuficientes para ganarse la vida. Por lo tanto, tendríamos que dejar de comprar ciertos productos para que los agricultores pudieran utilizar técnicas de cultivo más correctas y más sostenibles.

 

 ¿Usted cree que el precio es uno de los principales motivos por los que la gente no compra alimentos ecológicos?

 

Sí, creo que hay gente que no tiene suficiente poder adquisitivo para comprar otra cosa y me sabe mal, porque a veces optamos por productos de bajo coste para poder adquirirlos pero no debemos olvidar que cuando se vende algún alimento a un precio bajo son las empresas e intermediarios quienes acaban beneficiándose y no el agricultor.

 

¿Cómo podríamos concienciar a la gente de los beneficios de los alimentos ecológicos?

 

La tarea de concienciar a la población deberían llevarla a cabo, sobre todo, los consumidores que sí pueden permitírselo, categoría en la que me incluyo porque tengo los ingresos suficientes para no querer ahorrar en alimentación. Cuidado, tampoco hay que desbaratar, pues los vendedores tampoco tienen derecho a abusar de la “etiqueta ecológica” para fijar un precio muy elevado. En ocasiones, con esta etiqueta se añade un coste al producto que a veces es excesivo.

Pero insisisto, todos aquellos que podamos permitírnoslo deberíamos hacerlo. A veces, es tan fácil como acudir a cultivos de proximidad en lugar de comprar en según qué grandes superficies o cadenas de supermercados. Al acudir a los pequeños productores y tiendas de proximidad, nos aseguramos que los alimentos no han pasado por una larga cadena de transporte. Tengamos en cuenta que todo producto que importamos de otros países tampoco es respetuoso con el medio ambiente porque su traslado genera grandes cantidades de CO2.

 

¿Cree que los productos de antes eran más sanos que los de ahora?

 

No me atrevo a afirmarlo a ciencia cierta. El hecho de que se utilicen técnicas de cultivo tradicionales no implica que el producto resultante sea ecológico. Antes, para evitar que los caracoles o las cochinillas dañaran los alimentos, éstos se trataban con sulfato de cobre, una sustancia altamente tóxica si se ingiere.

Con esto quiero decir que, si bien los métodos tradicionales no contaminaban tanto, luego te das cuenta que podía ser que los cultivos estuvieran regados con un agua no depurada y que no fuera salubre. Entonces creo que, como ahora estamos más preparados, deberíamos combinar el saber tradicional, el trabajar a pequeña escala y la proximidad con utilizar productos que se haya demostrado que no se acumulen en el suelo, en el agua o en el organismo y causen un efecto nocivo en la salud. Es decir, esta imagen bucólica de que antes era mejor, es muy subjetiva.

 

​

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

​

¿A parte del sabor ha notado una mejora en su salud a raíz de consumir estos productos?

 

Yo no me cuido excesivamente, pero he tenido la suerte de que siempre me han gustado los alimentos más naturales y tampoco me gusta mucho el dulce. Por lo tanto, no he hecho un cambio de alimentación que me permita notar esa diferencia; mi tipo de alimentación es siempre natural y sin muchas grasas, porque no me atraen y eso ha beneficiado a mi salud.

 

Hay gente que sí ha hecho un cambio de alimentación y ha pasado de consumir alimentos convencionales a ecológicos y se ha quedado con los naturales, pero hay quienes aún no lo han probado. ¿Cree que para promocionar los ecológicos deberíamos empezar por los consumidores más que por grandes campañas?

 

Sí, es conseguir que la gente en general vaya viendo que disfruta más con un alimento sano que con otro que no lo es. Es mucho mejor comer un níspero con un buen sabor, que no uno que te deje indiferente. Se trata de comer algo que realmente te haga notar el sabor de lo que comes y que te dé la tranquilidad de ver cómo otras personas se benefician de esa compra.

 

Yo, como cliente, sí que quiero que las cosas me salgan baratas, pero pienso que nos tenemos que acostumbrar a pagar el precio que tiene; cada vez soporto menos cuando me hacen ofertas, ya que quiere decir que si te lo pueden vender a un precio inferior, durante mucho antes te lo venden a un precio que no es el que tiene. Esto solo es una manera de fidelizar a la gente y que detrás tiene que haber algo, como la explotación a un agricultor. Añoro la época en que los precios eran lo que eran.

 

¿Usted cree que el precio se debería rebajar para aumentar el consumo? Hay mucha gente que piensa que el hecho de ser un producto ecológico es una mera excusa para subir el precio.

 

Me gustaría que el precio de los productos ecológicos fuera el que tuviera que ser. Un día, un alumno celíaco que me encontré en una panadería-pastelería para celíacos me dijo que vivían a costa de él. A lo mejor el precio era realmente el que le toca pagar por el producto, pero también puede ser que al tener una baja producción deban subir el precio.

 

¿Usted cree que la gente es consciente de los beneficios de estos alimentos?

 

Yo creo que sí. Tristemente hay gente que lo sabe y le da igual, o bien, gente que no puede permitirse comprarlos. No obstante, si podemos comprar una leche de poca conservación, o un queso que no sea de serie a un pequeño productor. Esta opción es mucho mejor porque sabemos que ese productor va a poder seguir produciendo a pequeña escala y contribuímos a que este mundo funcione así. Prefiero que alguien tenga una vida menos rica, pero que disfrute haciendo una producción pequeña y no que éste no se pueda mantener y tenga que comprar un producto de otro país.

 

Por tanto, debemos priorizar la calidad al precio y nos tenemos que acostumbrar a pagar por un producto que merezca la pena. También debemos tener en cuenta el medio ambiente, y no solo nuestra economía, sino que también la de la cadena de producción.

 

Sí. Yo intento poner esto por delante. Por ello, cuando veo un producto con un precio algo elevado, hago el esfuerzo de pagar por él; si el producto vale la pena, siempre que lo quiera lo pagaré porque entiendo el proceso de producción. Y que la producción sea sostenible, con el mínimo consumo de agua necesario, no destruyendo por destruir, que permita que el territorio se utilice de varias maneras, que no se tenga que transportar mucho, o lo mínimo posible.

 

A mí me gustaría que los humanos tuviéramos un comportamiento más “animal” en el sentido de que los animales difícilmente destruyen el medio donde viven, porque como lo necesitan para vivir no lo hacen, en cambio lo humanos, tendemos a modificar nuestro entorno, lo cual puede estar bien, pero nos hemos pasado y modificamos muchas más de las que necesitamos. Me gustaría que fuéramos más juiciosos, porque si destruimos tantos kilómetros o incluso hectáreas y luego no se aprovecha, es una producción que se va a tirar.

 

Lo mejor es que cada uno de nosotros fuéramos capaces de reflexionar, y que en lo que yo me pueda equivocar, otra persona que tenga un enfoque diferente al mío, entre los dos ayudemos y encontremos el equilibrio.

 

 

Alicia Arévalo e Irene Delgado

​

​

“Los productos ecológicos son más sanos y más ricos en vitaminas y sabor”
 

¿Usted consume alimentos ecológicos?

 

Si, lo más ecológico y naturales que puedo permitirme. Voy comprando en tiendas cercanas y que tengan un producto que sea de proximidad, para dejar mi economía lo más repartida posible y ayudar de esta manera a varios agricultores. Normalmente compro en tiendas más familiares que no en grandes cadenas o superficies.

 

¿Qué alimentos son los que más consume?

 

Yo soy muy vegetariana sin serlo estrictamente, pero necesito verde y crudo, es decir, muchas hortalizas. A la cocina no le dedico muchas horas, y me gustan las cosas muy directas, el sabor genuino del alimento, no que esté mezclado con otros productos en un mismo plato.

 

¿Es cierto que el sabor de los alimentos ecológicos es más bueno que el de los productos convencionales?

 

En algunos casos sí y, quizás, es por eso por lo que no me gusta mezclar varios alimentos en un mismo plato. Si son alimentos crudos sí, pero si son cocinados no, porque me gusta encontrar el sabor del alimento, si son guisantes quiero que sepa a guisantes, si es la calabaza, que sepa la calabaza.

 

​

Fotografía: Alicia Arévalo

bottom of page